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 Estudio histórico químico sobre el rojo punzó de la época rosista

Clase Magistral

Rojo Punzó: Un encuentro entre arte y ciencia

En esta clase magistral donde arte, historia y ciencia se entrecruzan profundizaremos en el estudio histórico químico que se realizó sobre prendas federales exhibidas actualmente en la muestra temporaria del Museo Saavedra, La Paleta del Restaurador. Los ensayos llevados a cabo por el Centro MATERIA, perteneciente al Instituto de Investigación en Arte y Cultura de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, dirigido por la Dra. Gabriela Siracusano y el Laboratorio en Investigaciones y Análisis de Materiales en Arte y Arqueología (LIAMA) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, dirigido por la Dra. Marta Maier, permitieron identificar los materiales y procesos que se utilizaban para obtener el muy solicitado rojo punzó en época de Rosas. Gracias a los análisis realizados con las técnicas de fluorescencia de rayos X aplicada y la técnica de espectroscopia infrarroja descubriremos los soportes, mordientes y tintes utilizados en los objetos que formaban parte de la pedagogía política en los Gobiernos de Rosas.

¿Qué es el rojo punzó?

El rojo punzó es un color rojo intenso, como encendido.La palabra punzó proviene del latín puniceus, que refiere al color rojo escarlata,color del paludamentum o manto que vestían los generales romanos.En francés se lo denomina ponceau. El Diccionario Universal de Antoine Furetière publicado en Rotterdam en 1690 dice al respecto: “Punzó (Ponceau) significa también un color rojo muy oscuro. La cinta más cara es la cinta punzó (ponceau), teñida del color del fuego. Se le ha dado ese nombre por la flor de la punzó (ponceau) o amapola, que es muy roja. Casi un siglo más tarde, en 1788 el Diccionario castellano que publica en Madrid Esteban Terreros y Pando decía del rojo punzó: “Es un color de fuego mui vivo”. En sus Apuntamientos para la historia natural de los páxaros del Paragüay y Rio de la Plata publicados en 1802, Félix de Azara -naturalista español-identificaba a las habías rojas, una suerte de zorzales de cejas de color punzó “el más bello, encendido y puro que pueda verse”, que habitaban las tierras del Paraguay. Para 1925 encontramos en el Gran diccionario de la lengua castellana de Aniceto de Pagés una alusión al rojo punzó, ya como un adjetivo registrado como rioplatense: “Punzó. (del fr. Ponceau, amapola silvestre y su color): m. color rojo muy vivo. -Punzó adj. Riopl. De color de amapola.”

¿Cómo se obtenía este color?

A principios del siglo XVII químicos holandeses comenzaron a producir diferentes variedades de tintes rojos para el teñido de telas. Así, Cornelis Drebbel crea un rojo que combinaba la cochinilla con el estaño. El monopolio de este colorante era mexicano. La cochinilla se usaba para teñir uniformes militares así como para las telas de los aristócratas y las élites urbanas. Los rojos escarlata ganaron popularidad en la corte francesa de Luis XIV y se usaban también en los gobelinos en París. Para fines del siglo XVIII y principios del XIX se sigue comerciando la cochinilla mexicana, aunque de a poco fue mermando su presencia. Para 1820 se comienza a consumir mayormente la de Guatemala y Canarias.

Cochinilla

La cochinilla (Coccus cacti o Dactylopius coccus, Dactilopius confusus u Opuntia exalta, de acuerdo a las diferentes regiones donde se criaba) es un insecto de origen americano que vive en los nopales y, procesado, brinda un color rojo intenso. Lamada nochetzli en tiempos prehispánicos, esta especie recibe también el nombre de grana o grana fina. Provenía de varias regiones de México y Centroamérica (Guatemala y Honduras), siendo la más valiosa la de Oaxaca. En Sudamérica se criaba en zonas de Ecuador, Venezuela, Perú y Brasil. Dentro de Argentina, en la región de Tucumán. Hacia principios del siglo XIX, el naturalista bohemio Tadeo Haenke (1751-1817) destacaba, en la sección “Comercio e Industria” del Telégrafo Mercantil, su aprovechamiento para el Río de la Plata y alertaba acerca de los beneficios que su adquisición podía traer a la región. Junto con el uso que le daban los pintores, fue sumamente importante el que le dio la industria pañera a esta especie tributaria.

Las Artes de teñir La práctica de teñir telas es muy antigua y siempre involucró muchos conocimientos teóricos y prácticos para obtener y procesar los colorantes, mordientes, etc. Basta leer la entrada del término TEÑIDO de la Enciclopedia Británica en su edición de 1809 para comprender el alcance y relevancia del desarrollo tecnológico que requería esta industria Los libros de secretos y manuales de artes mecánicas eran las fuentes más utilizadas para aprender cómo teñir todo tipo de telas y lograr el color deseado. Dentro de los más destacados se encuentra The art of dying wool, silk and cotton, escrito por Jean Hellot y publicado en Londres en 1789. Entre sus consejos para teñir sedas y lanas aparecen mencionado el uso de cochinilla,cártamo, urucú o achiote, y Palo Brasil, junto con una solución de estaño.

“Acerca de los colores escarlata, rojo naranja y cereza.Estos colores son una variedad de rojos vívidos, resaltados por un tinte más amarillento que el carmín, Son fácilmente amarillados sobre lana, o vivificados con la composición, o solución de estaño. Sobre esta sustancia produce gran brillo y solidez, la cochinilla a partir de la cual es obtenida, siendo un ingrediente esencialmente buenos. Pero está lejos de producir el mismo efecto sobre la seda, siendo esta sustancia resistente absolutamente a tomar estos tonos de la cochinilla; hasta ahora al menos, nada ha sido publicado al respecto. [Hace diez o doce años, un Tintorero produjo un terciopelo de color fuego, como dijo, tiñendo con cochinilla. Todo lo que podemos aprender de su secreto es que éste le puso una tierra de rocou fuerte, y que luego de lavarlo le puso el licor de cochinilla, sumando una pequeña cantidad de la solución de estaño] La seda, cuando sumergida en un licor de cochinilla y realzada con la composición de estaño, capaz de producir en la lana el color fuego más radiante, se embebe solo de un débil tono acebollado, decolorado y correctamente hablando un mísero enlucido.

Por lo tanto deviene necesario hacer uso de otra droga, o de las flores de una planta llamada Carthamus bastard saffron o Saffranum.” (pag. 317) Unos años más tarde, en 1795, la Imprenta Real publica en Madrid los Elementos del Arte de Teñir de Claude Berthollet, célebre químico francés quien, junto con Lavoisier y otros, sentaron las bases de la nomenclatura moderna de los compuestos químicos. En este libro se dan consejos y recetas para teñir seda y lana. Se mencionan las mismas sustancias que en Hellot para los rojos. En la sección correspondiente al teñido de la seda se explica que, dado que este material tiene naturalmente una sustancia como goma que le da rigidez y elasticidad, se le debe sacar dicha rigidez mediante el cocido, es decir sumergiendo la tela en agua caliente y jabón. Al respecto dice: “Se aumenta el xabon para las sedas que se han de teñir de azul, y con especialidad para las que lo deben ser de punzó, cereza, &c.: porque es necesario que para estos colores sea mas blanco el fondo que para otros colores menos delicados.” (pag. 118) En el Tratado del Arte de Teñir del sueco Scheffer, traducido al castellano y publicado en Madrid en 1806, se describe con gran detalle cómo se debe teñir la seda en el apartado XXI “Tinte de punzó ó de color de fuego en seda con la cochinilla”: “Se echará una parte de sal marina en quatro de agua fuerte, y se disolverá en la misma otra parte de estaño: se extenderá después esta composición en doble cantidad de agua, en que se macerará la seda por espacio de veinte y quatro horas: se sacará después, y se lavará en agua clara hasta que no salga esta lacticinosa. […] Despues de macerada la seda en esta disolución, debe lavarse inmediatamente , y hacerse hervir en el mismo dia, para que el acido no tenga lugar de producir sobre ella alguna acción dañosa. / Macerda de esta suerte la seda, se hace hervir por espacio de un quarto de hora, en un poco de agua con cinco sextos de cochinilla […]. Para el color carmesí ha de emplearse mayor porción de cochinilla. […] El licor que sobra, contiene todavía mucha materia colorante, y puede servir para dar el baño ó tinte á la lana, ó para acabar de cocerla.” (pp. 60-61) Contemporáneo de la implementación del decreto de Rosas que obligaba a usar este color en prendas y divisas es el Manual de Curiosidades Artísticas y Entretenimientos Útiles de Munaiz y Millana, publicado en Madrid en 1833. En la sección de tintas encarnadas -es decir rojas- da una descripción pormenorizada de tintes útiles para teñir seda, algodón y lana, tales como la rubia, la cochinilla, el kermes, la orchilla, el palo brasil y el cártamo o alazor. Entre las tonalidades a obtener se destaca la mención al rojo punzó.

Actividad especial dentro de la exhibición temporaria, La Paleta del Restaurador

A cargo de la Dra. Gabriela Siracusano y la Dra Marta Maier.

Viernes 22 de noviembre a las 11 h.

Con Inscripción Previa https://docs.google.com/forms/d/1j-wcvtE50b8KP42WufsUsZbu95VpbSqxkO7hZTFVuUs/viewform?edit_requested=true

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